Si has padecido dolor en pies, desgaste anormal del calzado, callosidades o uñas enterradas, es posible que padezcas alteraciones en los arcos plantares. El pie plano o arco caído puede presentarse desde la niñez o bien, desarrollarse en la adultez y se le relaciona principalmente al sobrepeso, diabetes, lesiones en pies o tobillos, artritis reumatoide, embarazo o al envejecimiento. Tiene una incidencia mayor en mujeres por el embarazo y la menopausia, el aumento de peso y la acción de las hormonas reblandece los cartílagos y ligamentos incrementando el riesgo de padecer pie plano. Después de los 12 años de edad no es posible hacer cambios óseos, es decir, los huesos no pueden modificar su forma, es por ello que para corregir el pie plano en la adultez es indispensable el uso de plantillas ortopédicas, ejercicios de fortalecimiento así como el uso de calzado adecuado, no obstante, en casos particulares el nivel de pie plano puede valorarse para determinar si se necesita intervención quirúrgica. Si bien los impactos negativos no terminan solamente en dolor de pies posterior a la jornada del día o después de alguna actividad física, si no que aumentan la probabilidad de padecer alteraciones en la marcha y, a su vez, favorecen el riesgo de sufrir desgastes articulares por una mala pisada.